Todavía al alcance: Las sindemias que complican y caracterizan el modo en que las drogas y el VIH se cruzan en la vida de las personas

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Multi-generational and diverse group of eight adults smiling and embracing.
©Getty Images/RyanJLane

Este blog también fue publicado en HIV.gov (en inglés)

Fue hace casi 42 años cuando los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) informaron (en inglés) de una rara neumonía en cinco hombres gais, lo que marcó el inicio reconocido de la epidemia del VIH/SIDA. Aunque solemos hablar sobre la orientación sexual de esos hombres, hablamos menos sobre su consumo de sustancias. Según el informe de 1981, uno de esos cinco hombres se inyectaba drogas y los cinco consumían drogas.

La historia del VIH lleva mucho tiempo entrelazada con el consumo de sustancias. Actualmente, en Estados Unidos, más de 30.000 personas (en inglés) contraen el VIH cada año, mientras que la crisis de las sobredosis de drogas costó la vida a casi 107.000 personas en 2021. Las investigaciones demuestran que las personas con VIH son más vulnerables a las sobredosis de drogas en comparación con las que no tienen el virus.

Dado que el consumo de sustancias tiene una función muy importante en la transmisión del VIH y en los resultados de salud de las personas con VIH, el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA, por su sigla en inglés) es uno de los mayores financiadores (en inglés) de la investigación sobre el VIH en los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por su sigla en inglés). Destacamos las historias que hay detrás de esta investigación fundamental en la serie de vídeos "En la intersección: Historias de investigación, compasión y servicios relacionados con el VIH para las personas que consumen drogas" (en inglés).

¿Qué es una sindemia?

Las sindemias se producen cuando dos o más enfermedades interactúan para amplificarse entre ellas, lo que provoca una carga excesiva de enfermedad y contribuye a perpetuar las disparidades de salud. En una sindemia, los factores ambientales y sociales, como la falta de atención médica de calidad, pueden hacer que las personas sean más propensas a estar expuestas a enfermedades y a experimentar peores resultados a causa de ellas. Tener una enfermedad también puede hacer que las personas tengan más probabilidades de adquirir otra enfermedad desde el punto de vista biológico o conductual.  Sin embargo, la ciencia demuestra que cuando abordamos las enfermedades sindémicas de forma conjunta, los resultados de ambas enfermedades pueden mejorar, especialmente cuando integramos una serie de servicios médicos y sociales con programas de apoyo comunitario.

Abordar el VIH, el consumo de sustancias y otros problemas de salud a través de este enfoque puede identificar nuevas oportunidades de intervención que resultan invisibles cuando analizamos cada problema por separado.

Consumo de metanfetamina, VIH y problemas de salud mental

Un estudio realizado en 2020 con el apoyo del NIDA (en inglés) demostró que hasta una de cada tres nuevas transmisiones del VIH entre las minorías sexuales y de género que tienen relaciones sexuales con hombres se produjo en personas que consumen metanfetamina de forma habitual. Muchos participantes declararon consumir metanfetamina para mejorar las experiencias sexuales, lo que a veces se denomina "juego y fiesta". Otras investigaciones financiadas por el NIDA muestran que las personas que consumen metanfetamina son más propensas a mantener relaciones sexuales sin medidas de prevención del VIH; a tener problemas de salud mental como depresión, ansiedad o trastorno bipolar; y son más propensas a tener cargas virales del VIH detectables y menos propensas a tomar medicamentos para el tratamiento y la prevención del VIH. Afortunadamente, los enfoques que destacan la compasión y la flexibilidad en lugar del juicio resultan prometedores para ayudar a las personas que consumen metanfetamina a alcanzar sus objetivos de salud, tomar medicamentos y reducir su consumo de drogas o mantenerse más seguras cuando las consumen.

Consumo de sustancias, VIH y uso compartido de jeringas

Desde 2014, se han producido al menos nueve brotes de VIH asociados al uso compartido y la reutilización de jeringas en comunidades de personas que se inyectan drogas. Los investigadores financiados por los CDC y el NIDA han identificado factores asociados a estos brotes, como tasas más elevadas de hepatitis C y sobredosis de drogas, pobreza y niveles de educación más bajos. Afortunadamente, decadas de investigación demuestran que los programas de servicios de jeringas son formas seguras y eficaces de reducir el uso compartido de jeringas y, con ello, la probabilidad de contraer el VIH. Hoy en día, muchos programas de servicios de jeringas también ofrecen la naloxona, que es un antídoto contra las sobredosis, y medicamentos para el trastorno por consumo de opioides (MOUD, por su sigla en inglés). También ofrecen pruebas del VIH, herramientas de prevención y tratamiento.

Consumo de sustancias, VIH y estigma, criminalización y violencia

Las personas con VIH y trastorno por consumo de sustancias (SUD, por su sigla en inglés) tienen dificultades para acceder a una atención de salud de calidad y basada en pruebas. El racismo, la homofobia, la transfobia y el estigma relacionados con el VIH y el SUD en la atención de salud son problemas graves. Las políticas que castigan el consumo de drogas y criminalizan el estado del VIH pueden hacer que una persona pase tiempo en cárceles y prisiones, donde el acceso a los servicios relacionados con el VIH y el SUD puede ser limitado. Inmediatamente después del encarcelamiento, las personas corren mayor probabilidad de sufrir una sobredosis y de abandonar la atención relacionada con el VIH.

Estos factores -más de las altas tasas de violencia entre parejas íntimas (especialmente entre las mujeres transexuales y cisgénero con VIH), el maltrato en la infancia y otros traumas- hacen que muchas personas se enfrenten a factores interseccionales que conducen a resultados desfavorables en cuanto al VIH y el consumo de sustancias. Pero la investigación financiada por el NIDA muestra vías prometedoras para avanzar, incluida la atención integrada que tiene en cuenta la totalidad de la vida de las personas. Por ejemplo, las clínicas de "ventanilla única" -como las unidades de salud móviles del ensayo INTEGRA apoyado por el NIDA- prueban el impacto de ofrecer servicios integrales prestados por navegadores inter pares formados que pueden conectar con las diversas experiencias de los participantes.

Dirigiendo con ciencia

Reunirse con las personas donde se encuentran para ofrecerles reducción de daños y atención de salud sin estigmas y teniendo en cuenta la totalidad de la vida de las personas ofrece esperanza. Y esa esperanza es esencial para acabar con la epidemia del VIH.

Dra. Nora Volkow, directora

Aquí destaco la importante labor que está llevando a cabo el NIDA y otras novedades relacionadas con la ciencia detrás del consumo de drogas y la adicción.